Todo condicionamiento que hemos vivido en nuestra primera infancia, marca una huella en nuestra psique o inconsciente. A partir de aquí, nuestra percepción de la realidad quedará sesgada por la proyección del dolor no resuelto.
Existen diferentes tipos de heridas primordiales (herida primaria de la infancia) -primary o primal wound en inglés-. Desde la visión holística, entendemos que las experiencias de la infancia no solo dejan huellas en la mente, sino también en el cuerpo, en el campo emocional y en la energía vital.
Lise Bourbeau nos habla de cinco grandes heridas emocionales que pueden marcar profundamente nuestro camino: rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.
La herida fundamental afecta a las relaciones personales, la autoestima, la salud y la vivir el propósito de vida.
Al reconocerlas e integrarlas en nuestra psique, comenzamos un proceso de reconexión profunda con nuestro ser esencial.
5 tipos de herida fundamental
Las cinco heridas emocionales identificadas por Lise Bourbeau —rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia— se originan en la infancia y dejan huellas profundas en nuestro cuerpo, mente y energía.
La herida de rechazo se origina cuando el niño se siente no deseado o amado, llevándolo a evadirse y desconectarse del mundo. Suelen convertirse en adultos que sienten que no encajan, como si no tuvieran derecho a existir o a ser parte de algo. Tienden a evitar el contacto emocional profundo, se aíslan fácilmente y desarrollan una fuerte autosuficiencia como mecanismo de defensa. También pueden autosabotearse, minimizar sus logros o sentir que no merecen amor ni reconocimiento. Su mayor miedo es revivir la sensación de no ser deseados.
La de abandono surge ante la falta de apoyo emocional, generando dependencia afectiva y miedo a la soledad. Suelen tener una gran necesidad de compañía y validación externa. En la adultez, esto se traduce en miedo intenso a la soledad, dependencia emocional y tendencia a victimizarse cuando sienten que no reciben la atención que necesitan. Su conducta puede parecer demandante o ansiosa, y buscan constantemente pruebas de amor para sentirse seguros. Temen ser olvidados o dejados de lado.
La humillación aparece cuando se reprime o ridiculiza la expresión natural del cuerpo o los deseos, creando personas que se autosabotean y cargan culpas. Se manifiesta en adultos que suelen ponerse en último lugar y que sienten culpa por priorizarse y poner límites. Pueden desarrollar una personalidad servicial en exceso, cargando con responsabilidades que no les corresponden para sentirse útiles o dignos de amor. También sienten vergüenza por su cuerpo o sus deseos, y muchas veces evitan disfrutar plenamente de la vida por miedo a ser juzgados o ridiculizados.
La traición se instala cuando se rompe la confianza en figuras importantes, desarrollando una necesidad de controlar para no volver a sufrir. Suelen ser controladores, desconfiados y con una gran necesidad de tener todo bajo su "sensación de control". Les cuesta delegar y sienten que deben hacerse cargo de todo para evitar ser decepcionados (y volver a sentirse traicionados). Muestran impaciencia, necesidad de tener la razón y tienden a establecer relaciones donde lideran o dominan. Internamente, temen profundamente la traición y la vulnerabilidad, por lo que ocultan sus emociones y debilidades.
Y la injusticia, nacida de ambientes fríos o exigentes, forma personas rígidas, autoexigentes y emocionalmente contenidas. Se refleja en personas altamente exigentes consigo mismas y con los demás. Suelen mostrarse frías, perfeccionistas y con dificultades para expresar sus emociones libremente. Valoran la rigidez, el orden y la eficiencia como mecanismos para evitar el dolor emocional. Su mayor temor es ser juzgados como incapaces o inadecuados, por lo que intentan constantemente demostrar su valía a través del hacer y el control.
¿Cómo y para qué sanar la herida fundamental?
Todo condicionamiento que hemos vivido en nuestra primera infancia marca una huella profunda en nuestra psique o inconsciente. Estas huellas, muchas veces invisibles pero activas, moldean nuestras creencias, relaciones, emociones y formas de reaccionar ante la vida.
Desde la mirada holística, entendemos que estas heridas no solo afectan nuestro plano mental, sino que también quedan registradas en el cuerpo, en el campo emocional y en nuestra energía vital. Por eso, el dolor no resuelto de la niñez no se queda en el pasado: lo proyectamos en el presente, filtrando nuestra percepción de la realidad y generando patrones repetitivos que parecen inevitables.
Sanar estas heridas no significa olvidar el pasado ni culpar a quienes estuvieron allí, sino mirar con conciencia lo que aún duele, lo que seguimos cargando y que nos aleja de vivir desde nuestro centro.
El proceso de sanación de las heridas primordiales de la infancia comienza por el reconocimiento consciente de los patrones que se repiten, de las emociones que evitamos y de las máscaras que hemos creado para protegernos.
Este trabajo de introspección interior puede incluir terapia emocional, corporal, energética, o prácticas espirituales, siempre desde un lugar amoroso y respetuoso con nuestro ritmo interno.
Si te preguntas, ¿para qué a sanar? Para liberarte. Para recuperar tu autenticidad y capacidad de amar sin miedo, de poner límites sin culpa, de vivir sin sentirse condicionad@ por el pasado.
Sanar es volver al presente con presencia. Es dejar de reaccionar desde la herida y comenzar a responder desde la conciencia, alejado de automatismos y percepciones sesgadas de lo que está sucediendo. Es ir más allá de la mentira que te cuentas y darte el permiso para vivir una historia diferente, más real y en consonancia con tu ser esencia. Es reescribir nuestra historia desde el adulto que somos hoy, sin negar al niño interior que aún necesita ser escuchado, sostenido y honrado.
Cuando me hago cargo de mi niñ@ interior, mi parte adulta puede de su mano, y de esta manera, experienciarse desde un nuevo lugar, más empoderado, consciente y en paz.
Si sientes el llamado a explorar este viaje, puedes reservar tu sesión conmigo a través de WhatsApp o por la web.
Hola, soy Carmen Esteve...
A través de mis habilidades empáticas, intuitivas y de alta sensibilidad, acompaño procesos de sanación para recalibrar el campo energético, conectar con el plano espiritual, vaciar tu mochila emocional, sanar las heridas primordiales, obtener claridad mental y vivir una vida plena.
Suscríbete para recibir nuevas publicaciones.